Las regiones africanas de clima mediterráneo presentan, según el grado de pluviosidad, dos formas de vegetación: el bosque y la estepa. El bosque mediterráneo, frágil, constantemente amenazado y destruido por los incendios, la intervención del hombre o el pastoreo de cabras y ovejas, sólo existe en forma de islotes en las montañas mejor regadas por las lluvias: Atlas marroquí, Rif, macizos costeros de Argelia y de Tunicia, montañas de la ciudad del Cabo. Una vez destruido, este tipo de bosque no se reconstituye y deja paso a deformaciones degradadas: la garriga sobre suelo calizo, como en las mesetas de la región del Cabo o del Atlas Medio oriental; la maquia sobre suelo silíceo, de los macizos interiores de Argelia y Tunicia.
En las montañas intertropicales la vegetación se presenta en fajas superpuestas, dispuestas en cinco o seis pisos, con algunas diferencias más o menos notables según las regiones y según las interferencias de la acción del hombre. El bosque cubre las laderas hasta los 4000 m de altitud, pero sus características cambian a medida que se asciende. Hasta los 2000 m aproximadamente el bosque tropical se mezcla con especies templadas, como las coníferas, los robles, los helechos arborescentes, etc., y los árboles son menos altos en las llanuras vecinas. Entre los 2000 y los 3000 m los árboles son aún más pequeños, de aspecto retorcido, y su agrupamiento confiere al paisaje un aspecto de maquia densa e impenetrable